El currículum oculto: Las consecuencias de la poca literatura escrita por mujeres en la educación chilena

En tercero medio llegó una profesora que cambió todo. En aquel curso se realiza una inevitable división en los colegios públicos: humanistas y científicos, y aquellos con suerte podían subdividirse en biólogo/químicos y físicos. Como si todas las ciencias sociales fueran iguales.

Fue en el electivo de Lengua y Literatura, del plan humanista, donde comenzó a gestionarse la irrisoria discusión. La profesora nos dio a leer unas veinte planas de un extracto de “Mujeres chilenas. Fragmentos de una historia”, de la antropóloga Sonia Montecinos. Mientras que a mí me resultaba fascinante leer sobre las mujeres que habían pavimentado nuestro camino, a mis compañeros hombres (parece ser necesaria hacer la aclaración en este punto) les indignó la obligación de leer historia de mujeres.

La molestia, que ninguno de mis valientes compañeros se molestó en presentar frente a la profesora cuando se dio la tarea, se llevó hasta consejo de curso y al profesor jefe. Les parecía excesivo e innecesario tener que aprender algo más que la historia que ya nos era enseñada, y les ofendía aún más que algunas de nosotras defendieramos la obligación.

De pronto el acalorado debate de adolescentes pasó de la naturaleza de la tarea al estilo de la profesora de la asignatura. “Demasiado feminista”, argumentaban ahora, “tiene que enseñar para todos”. La molestia ya no era sobre leer sobre historia de mujeres, era leer a mujeres.

Foto: MARTIN BERNETTI/AFP

La docente no solo tuvo la audacia de proponernos que había aspectos de la historia que no nos estaban enseñando, sino que también el valor de poner en el plan de estudios un poco más de lecturas escritas por mujeres que hombres. Ese atrevimiento.

- Ella no es feminista, es hembrista - comentó un compañero.

La sala resonó un poco después de aquello. Algunos asintieron de acuerdo, otras comenzaron a vociferar argumentos en contra y yo me pregunté cómo alguien podía creer que el hembrismo pudiera existir. Y quien lo dijo ni siquiera iba a la clase: había optado por el plan matemático.

Las quejas fueron tantas en los tres terceros medios del humilde Liceo Bicentenario de Valdivia que a la nueva docente se le “aconsejó” no dar una lectura así de atrevida de nuevo. Ella no hizo caso, y la clase de Literatura e Identidad intentó ser lo más desafiante posible, claro, con entre 40 y 50 alumnos en sala.

Una interrogante me quedó del todo episodio, una espina que permaneció después de la molestia causada por leer a y sobre mujeres: ¿Cuánto no nos estaban enseñando? ¿Realmente existe un currículum oculto?

A seis años del Mayo Feminista

En abril de 2018 la Facultad de Humanidades de la Universidad Austral (UACH) fue tomada por sus alumnas como forma de protesta ante diversos casos de abusos dentro de la institución y que, según manifestaron, estaban en impunidad y contaban con la protección de rectoría. 

Semanas antes de que la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile se paralizara, fueron las valdivianas las que iniciaron un efecto dominó que desembocó en el cuestionamiento de la educación chilena en temas de género, haciendo especial énfasis a los casos de abuso que se mantenían impunes.

Foto: MARTIN BERNETTI/AFP

A pesar de que las postales históricas que dejó la movilización, las demandas por una educación no sexista - por muy amplio que pueda parecer el concepto - no son nuevas y están lejos de no ser vigentes.

En el Manifiesto y Argumentario 8M 2018, organización civil española, manifestaron una demanda global: “En el contexto educativo es necesario dotar de una perspectiva feminista cada una de las acciones y actividades que se llevan a cabo y, especialmente, aquellas que contribuyen a formar conciencia ciudadana en el alumnado (…)”. 

Claudia Fica Pantoja