LA CIUDAD COMO ESCENARIO: Rec, el festival que se consolida como el mayor evento cultural y gratuito de Chile
Créditos: REC
Por Luis Tabilo Castillo
En Latinoamérica existen dos grandes festivales gratuitos y masivos. El más antiguo es Rock Al Parque y se goza en Colombia desde 1994 con la ciudad de Bogotá como protagonista cultural del mayor evento continental abierto a la comunidad. El otro es REC, por sus siglas Rock En Conce, ocurre en Chile desde el año 2015 y su última edición fue el pasado 5 y 6 de noviembre.
Desde el Parque Bicentenario de Concepción han tocado bandas de fama mundial como Primal Scream, Molotov, Bersuit Vergarabat, The Cardigans, Babasónicos, Starship, Aterciopelados, Bomba Estéreo, Miranda, Mala Rodríguez, Fito Páez, Fabiana Cantillo, Hot Chip y Kula Shaker a lo largo de las siete ediciones del festival. Los tres últimos encabezaron el line-up internacional el fin de semana recién pasado.
Por lo mismo, viajamos rumbo al sur del país para vivir entre más de 200 mil personas la joya artística de una región azotada por terremotos y tsunamis, pero también por las heridas provocadas en dictadura en una zona que ha encontrado, quizás, una forma de liberar angustias y alegrías únicamente a través de la música.
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Al llegar a la ciudad natal de Los Tres, Dulce y Agraz, Emociones Clandestinas y Los Bunkers, no había ninguna habitación disponible en hoteles, residenciales y hostales. Todo agotado hace semanas responden desde el sector turístico. Alrededor de las principales universidades del Gran Concepción las pensiones, casas y departamentos arrendados a estudiantes también permanecían copados. Ni hablar de las sonrisas en los dueños de botillerías, clubes y restaurantes. Era el primer desahogo urbano tras la pandemia y debíamos estar presentes.
REC es la insignia cultural de una ciudad en la que insólitamente el transporte público se mueve hasta no más de las diez de la noche y que sus autoridades definen como un sitio “prestador de servicios”. Me niego a validar ese apelativo que despoja el alma de un territorio que ha sido cuna de valiosos artistas, compositores, actrices, escritores y poetas.
El festival ofrece dos días de recitales gratuitos realizados por 46 artistas de diversos estilos musicales en cuatro escenarios simultáneos. Entre las bandas chilenas presentes este año destacan Chico Trujillo, Alex Anwandter, Javiera Mena, Rubio, Princesa Alba, Frank`s White Canvas, Yorka, Dulce y Agraz, Ases Falsos y el retorno de Petinellis.
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Aquí hay niñes bailando Tikitiklip, adolescentes coqueteando al ritmo de Soulfia y adultos liberándose de la rutina con ritmos tan cambiantes como diversos. Por ejemplo, del trap de Ceaese se pasó al reggae de Vibración Eleva y luego al punk de Machuca. O de los slam polvorientos con Fiskales Ad-Hoc a todo volumen, al pop urbano y coreográfico de Princesa Alba. Acá la música importa y se respeta. No es un Festival de Viña donde entregan premios y galvanos con animadores de televisión, como destacó irónicamente el gobernador regional, Rodrigo Díaz, tras el exitoso balance de las autoridades y organizadores. Es una especie de Coachella pero sin endeudamiento asociado.
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Este festival no tiene nada que envidiar de los grandes eventos mundiales. No lo digo yo, lo dijo el líder de la banda inglesa Kula Shaker que cerró la fiesta el sábado por la noche. También lo destacaron los argentinos de Catupecu Machu que no querían bajarse del escenario y que pidieron a la organización volver el próximo año. Y por supuesto que lo reiteraron los integrantes de Hot Chip, que a pesar de las fallas técnicas al inicio de su show, recordarán para siempre que en Chile existe una ciudad llamada Concepción.
Créditos: REC
Todo esta maquinaria cultural es posible gracias a una inversión pública evaluada en cerca de mil millones de pesos y una producción gestionada por el Teatro Biobío, la que contó con un 40% de participación de bandas lideradas por mujeres. Para otorgar tranquilidad a todes, los productores y guardias de seguridad trabajaron mediante un estricto protocolo con perspectiva de género elaborado por la Seremi de la Mujer y la Equidad de Género con resultados más que positivos.
Está culminando el show de Chancho en Piedra y viene el turno de Javiera Mena que llega a la ciudad con el disco Nocturna. Desde primera fila una voz aguda sobrepasa la multitud de aquel domingo en la noche. Es Lucas (16) y en cuanto aparece sobre el escenario, queda paralizado. Con la mano derecha intenta registrar el inicio del show con su teléfono y con la izquierda se tapa la boca. No puede creerlo. “Conchetumadre, eri real”, grita una y otra vez. La autora de Esquemas Juveniles en un momento capta la emoción de ese adolescente, sonríe y apunta con sus dedos. Él, fuera de sí, reconoce el cruce de miradas y baila como nadie hasta el final del espectáculo con una energía única. Luego, desde la carpa de prensa, la artista reconocería que recibió la vibra de aquel joven y confiesa que le dedicó la canción.
A pesar de que las calles aledañas a los grandes escenarios yacían controladas por agentes estatales, el consumo de alcohol, marihuana y otros estimulantes no era un placer oculto. Y ese es quizás uno de los mayores activos del festival. No por las drogas en sí, sino que las libertades son respetadas por una ciudadanía que cuida y protege el derecho humano a la diversión y el goce cultural sin discriminación.
Cinco intérpretes regionales de lengua de señas comunicaron en pantalla gigante la poética musical para la comunidad sorda. Ellos son parte de Fundación Amoma y Lense Biobío, organizaciones fundamentales en la inclusión cultural en la zona. Natalia Palma, la más joven del grupo, describe su trabajo como “simplemente transmitir lo que sentimos con una canción y vivirla para quienes no pueden escuchar”. Además, en los escenarios se habilitaron espacios para personas con movilidad reducida.
Equipo de Lengua de Señas
Un dato no menor es que durante los dos días de REC solo 12 personas fueron detenidas, equivalentes al 0,006% del público congregado, y casi la totalidad de los procedimientos recayó sobre sujetos con órdenes de aprehensión vigentes. No hubo peleas, riñas ni graves hechos de violencia que ensuciaran la mayor fiesta de Chile al aire libre. ¿Cuál fue la llave maestra, entonces? Según la explicación de Carabineros, el personal policial mantuvo el orden público gracias al autocontrol de los asistentes, actuando sólo cuando eran requeridos por la ciudadanía.
Tampoco se extraviaron menores de edad, pues la Policía de Investigaciones realizó el denominado “Plan Sebra”, que consistió en aplicar brazaletes seriados a los más jóvenes de la jornada.
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Quizá uno de los momentos más tensos ocurrió casi al finalizar el show de Machuca la tarde del sábado. El sol cae fuerte y el viento levanta una polvareda. En eso, un punk insistentemente solicita un cargador para su tobillera electrónica a un carabinero. La imagen sorprende, pero también es provocativa. No se trata de un niño pidiendo caramelos en la noche de Halloween, es un adulto con mohicano rojo y pantalones militares, evidentemente ebrio, exigiendo energía para un dispositivo que solo se aplica en agresores de violencia intrafamiliar. Las familias que están allí piden a sus hijos que no se acerquen, algo podía ocurrir. Desde no tan lejos observo qué pasará. Mis manos sudan y casi por instinto millenial, tomo el teléfono para captar lo que sucederá. Los policías deciden invisibilizarlo, dejar de responderle o quizás simplemente lo mandaron a la mierda para no dar mayor importancia. Finalmente tras ser ignorado, el hombre intenta hacer un choque de puños en son paz y vocifera con voz retorcida “se prestan pa´l show nomás”. A los pocos segundos, decide retirarse del lugar. Afortunadamente no pasó a mayores.
NUEVOS AIRES
Este año previo al festival se realizó por primera vez el REC PRO, una serie de conferencias y conversatorios que fueron el punto de encuentro de la industria creativa local e internacional. Allí, más de 40 artistas, 12 bandas y mil visitantes, reflexionaron sobre cómo éstas iniciativas aportan a la descentralización, el desarrollo cultural de la región y al posicionamiento femenino en el mercado musical, entre otros temas.
La elección del line-up de bandas también es todo un hito. Por ejemplo, las doce bandas locales que tocaron fueron seleccionadas entre nueve organizaciones musicales del Biobío, el público y el equipo del festival. Otros seis proyectos artísticos se definieron por una mesa de trabajo conformada por gremios regionales; mientras que dos grupos fueron escogidos tras revisar más de 8 mil propuestas realizadas mediante la campaña digital llamada “Programemos Juntos”. El resultado final fue un cartel local paritario que creció en un 50% respecto de años anteriores.
Quizás la única crítica dura la hizo Javiera Parra, que tras acompañar a la banda Humboldt en su show y no recibir tantos aplausos, dijo sobre el escenario “para ser capital regional del rock, hay que saber aplaudir”. En defensa de la región, ocurrieron dos hechos que explican la ausencia de palmas en ese momento (aunque ninguna justifica el momentáneo silencio otorgado gratuitamente a la gran presentación artística de los muchachos de Valparaíso). Uno, pocas personas sabían que el viernes 4 de noviembre habría música en el marco de las conferencias REC PRO. Dos, una reconocida marca de cerveza con carácter regalaba bebestibles a esa hora de la tarde, generando que los asistentes levantaran más el brazo que mover de lado a lado las manos.
INOLVIDABLE
Es martes 8 de noviembre, atravieso la pileta de la Plaza Perú y escucho como tres secundarios comentan el extraordinario show de Petinellis. En la siempre amena terraza del bar Callejón detallan la presentación en grande de Friolento, la banda local mundialmente viralizada por ser autores del perreo post punk con tributos a Bad Bunny y Karol G.
Desde el Café Marbella, durante la mañana y con una taza de té, dos amigas de toda una vida no paran de halagar el musical “Cecilia, una historia incomparable”, espectáculo principal que coronó la gala comunitaria que dio inicio a REC el viernes en el imponente Teatro Biobío. La cita reunió mayoritariamente a personas mayores de Tomé, Arauco, Curanilahue, Coronel, Chiguayante, Lirquén, San Pedro de la Paz y Concepción. Muchas de ellas, nunca habían estado en ese lugar y sorprendidas miraban hacia el otro lado del río por sus ventanales.
Créditos: REC
Las autoridades adelantaron que ya están trabajando en la edición 2023 y esperan que en los próximos años se sume la inversión de privados para lograr armar carteles de artistas aún más destacados, aunque aseguran, la gratuidad del festival no se transa. Además, explicaron que encargaron un estudio de impacto para conocer los resultados de REC a nivel cultural, turístico y económico.
Ya de vuelta en Santiago, y con la resaca de haber vivido intensos días de música al aire libre, solo pienso en repetir la experiencia junto a mis amigos más cercanos, porque simplemente REC es la mejor fiesta de Chile.